Cada vez más mujeres se suman al movimiento de “cuidarse por dentro y por fuera”, apostando por la actividad física como forma de bienestar. ¡Y eso es fantástico! Pero entre la buena intención y el verdadero beneficio hay un paso que suele pasarse por alto: conocer tu cuerpo antes de empezar a entrenar.
Como fisioterapeuta especializada en salud postural y ergonomía laboral, quiero hablarte de algo que veo a diario en consulta: personas que, con toda la ilusión del mundo, se apuntan al gimnasio o empiezan rutinas online… sin haber hecho una evaluación previa. El resultado: molestias, lesiones repetitivas, frustración, o directamente abandono.
1. El error más común: entrenar sin conocerte (todavía)
Pongámoslo así: antes de irte de viaje a un país nuevo, seguramente te informas. ¿Qué moneda se usa? ¿Qué lugares vale la pena visitar? ¿Necesito visado? ¿Qué ropa llevo? Te preparas, porque sabes que así el viaje será más fluido y seguro.
Con tu cuerpo pasa igual. Antes de empezar cualquier tipo de entrenamiento, necesitas saber cómo estás: qué zonas se mueven bien, cuáles están bloqueadas, qué músculos trabajan en exceso y cuáles están dormidos. Empezar a entrenar sin esa información es como lanzarte a un viaje sin maleta, sin mapa y sin saber si necesitas abrigo o bañador.
Y ese es el error más común: confundir “hacer ejercicio” con “hacer lo que hacen todos”.
2. ¿Por qué una evaluación es fundamental?
Cada cuerpo tiene su historia: posturas adquiridas, embarazos, trabajo de oficina, viejas lesiones, hábitos diarios… Todo eso deja huella en cómo te mueves, en tu postura y en cómo responde tu musculatura.
Una evaluación fisioterapéutica individualizada te permite conocer exactamente eso. Evaluamos:
🔹 Movilidad articular, para ver si las articulaciones se mueven en todo su rango sin restricciones.
🔹 Activación muscular, para identificar desequilibrios entre músculos estabilizadores y movilizadores.
🔹 Postura y gestos funcionales, para entender cómo tu cuerpo resuelve las demandas del día a día.
Con esta información, se puede diseñar un plan de ejercicios que de verdad tenga sentido para ti: que respete tu cuerpo, potencie lo que necesita y evite lo que puede hacerle daño.
Recuerda que en la entrada del mes pasado hablé sobre la discinesia escapular y cómo puede estar relacionada con el dolor de hombro. Si aún no lo has leído, puedes acceder al artículo aquí
Estudios como el de McDonough et al. (2016) en Physiotherapy Theory and Practice destacan que una evaluación subjetiva estructurada por parte del fisioterapeuta es esencial para ofrecer programas de ejercicio seguros y efectivos. (PubMed)
3. Músculos profundos vs. músculos superficiales: entendiendo las prioridades del cuerpo
Uno de los conceptos clave para moverse de manera efectiva es diferenciar dos tipos de musculatura:
Profunda o estabilizadora: Es la que se encarga de mantener la postura y la integridad de las articulaciones. No se ve, pero es esencial. Ejemplos: transverso del abdomen, multífidos, diafragma.
Superficial o movilizadora: Es la que genera movimiento, fuerza y gestos visibles. Ejemplos: cuádriceps, pectorales, bíceps, glúteo mayor.
Y aquí viene algo fascinante: el cuerpo prioriza tu supervivencia, no tu estabilidad. Si tu vida corre peligro —real o percibido, como en situaciones de estrés, dolor o desequilibrio—, el cuerpo “apaga” la musculatura estabilizadora para activar los músculos que te permiten salir corriendo, defenderte o reaccionar rápido.
Esa es una forma inteligente de mantenerte viva. El problema es que cuando ese mecanismo se vuelve crónico (porque vivimos con estrés, con dolor o sin una buena base de control corporal), nos volvemos menos eficientes, más propensas a lesionarnos y más desconectadas de nuestro cuerpo.
Por eso, antes de querer fortalecer los glúteos o marcar abdominales, hay que despertar esa musculatura profunda que te da estabilidad, equilibrio y control.
En esta línea, diversos estudios coinciden en la necesidad de valorar la activación de la musculatura estabilizadora como base para el movimiento eficiente, como se expone en investigaciones sobre el análisis funcional del movimiento mediante herramientas como el FMS (Functional Movement Screen).
4. ¿Qué hago yo como fisioterapeuta antes de que empieces a entrenar?
Te hablo en primera persona, porque no todos los fisioterapeutas tenemos la misma formación ni las mismas inquietudes. En mi caso, me he especializado durante años —con formación continua y mucha práctica clínica— en entender cómo se mueve el cuerpo, qué patrones se repiten en las lesiones y cómo intervenir para evitarlas.
Mi motivación va mucho más allá de quitar un dolor puntual. Mi objetivo es que aprendas a conocer tu cuerpo, a moverte de forma segura y a prevenir lesiones recurrentes. Quiero que tengas las herramientas para cuidarte con autonomía.
Cuando haces una evaluación conmigo, buscamos juntas:
- Cómo está tu postura.
- Qué zonas necesitan activación y cuáles necesitan descarga.
- Cómo organizar una rutina que no solo te haga sentir bien ahora, sino que construya salud a largo plazo.
No se trata de prohibirte mover, al contrario. Se trata de enseñarte a moverte con conciencia, estrategia y confianza.
¿Lista para moverte con inteligencia?
Antes de empezar esa nueva rutina de ejercicios, regálate una evaluación fisioterapéutica personalizada. Juntas podemos construir una base sólida que te permita avanzar sin miedo a lesionarte, con ejercicios adaptados a ti y con un enfoque que prioriza tu bienestar integral.
👉 Escríbeme y agenda tu cita para empezar desde el principio… y hacerlo bien.

Me parece fascinante y super interesante, gracias Sira por cuidarnos 😘 quiero agendar una cita pero tiene que ser por las tardes, de lunes a jueves a partir de las 17.30 y viernes a partir de las 15.30h. Muchas gracias
¡Gracias, Isabel! 😊 Me alegra mucho que te haya parecido interesante, y gracias a ti por tus palabras tan bonitas.
Encantada de agendar una cita contigo —te escribo por privado para organizarlo según tu disponibilidad.
¡Un abrazo y hasta pronto!