El psoas ilíaco es un músculo profundo, ubicado en la parte interna del abdomen y la pelvis, que cumple una función esencial en la conexión entre la columna vertebral y las piernas. En realidad, está formado por dos músculos que trabajan juntos:
- Psoas mayor: nace en la columna lumbar (desde T12 hasta L5) y desciende hacia el fémur.
- Ilíaco: se origina en la cara interna del hueso ilíaco (pelvis) y también se inserta en el fémur.
Ambos se unen en un tendón común que se fija en el trocánter menor del fémur. Juntos forman una estructura potente que actúa como un verdadero “puente muscular” entre el tronco y las piernas.

Función biomecánica: más que flexionar la cadera
La función más conocida del psoas ilíaco es la flexión de cadera, es decir, levantar la pierna al caminar, correr o subir escaleras. Pero su papel va mucho más allá:
🔹 Estabilización lumbopélvica
El psoas trabaja continuamente para mantener la estabilidad de la columna lumbar y la pelvis, especialmente cuando estamos de pie o caminamos. Es como una cuerda tensa que ayuda a mantener el equilibrio entre la parte superior e inferior del cuerpo.
🔹 Papel clave en la marcha y el control postural
Durante la marcha, este músculo coordina el movimiento entre el tronco y las piernas. Si no funciona bien, pueden aparecer compensaciones musculares, desequilibrios posturales y dolores recurrentes.
El enemigo silencioso: sedentarismo y psoas acortado
Pasar muchas horas sentadas —como ocurre en trabajos de oficina o frente al ordenador— tiene un efecto directo sobre el psoas: se acorta y pierde elasticidad. Este acortamiento puede alterar completamente la mecánica corporal y con ello el rendimiento.
Más información en este estudio
¿Por qué sucede?
Al estar en posición de flexión constante (caderas en 90º), el psoas permanece en una posición acortada. Con el tiempo, este acortamiento se vuelve crónico y afecta la postura, la movilidad y la salud de la espalda.
Consecuencia directa: cuando vuelves a ponerte de pie o moverte, el psoas tensa la columna lumbar hacia adelante, provocando hiperlordosis y dolor lumbar.
Signos y síntomas de un psoas disfuncional
¿Cómo saber si tu psoas está afectado? Algunos signos frecuentes incluyen:
- Dolor profundo en la región lumbar o en la ingle.
- Rigidez al levantarte de una silla o al caminar tras estar sentada.
- Sensación de “bloqueo” en la cadera.
- Limitación en la movilidad de la pelvis.
- Desequilibrio postural o tendencia a inclinar el tronco hacia un lado.

Puntos gatillo y dolor referido: cuando el problema no está donde duele
El psoas como cualquier otro músculo del cuerpo tiene la capacidad de generar dolor referido (marcado en la imagen en color rojo). Esto se debe a la presencia de puntos gatillo miofasciales (marcado en la imagen con una cruz): zonas hiperirritables dentro del músculo que pueden generar dolor a distancia.
¿Cómo se manifiesta?
Un punto gatillo en el psoas puede generar dolor que se percibe en:
- Zona lumbar baja.
- Ingle.
- Parte anterior del muslo.
- Incluso, en ocasiones, en el abdomen bajo.
Analogía útil: es como si una bombilla fundida en el pasillo hiciera saltar los plomos del salón. El origen del problema está lejos del síntoma visible.
¿Qué pasa si el psoas está siempre tenso?
Un psoas rígido o acortado puede desencadenar múltiples consecuencias biomecánicas:
- Hiperlordosis lumbar: aumento de la curva natural de la espalda baja.
- Sobrecarga facetaria en L5-S1: compresión de las articulaciones posteriores de la columna, lo que favorece el desgaste articular y la aparición de artrosis.
- Compresión discal: aumenta la presión sobre los discos intervertebrales, elevando el riesgo de hernia discal.
- Descoordinación muscular: el psoas tenso puede inhibir la activación de músculos clave como los glúteos y el transverso abdominal.
En resumen, un psoas disfuncional puede convertirse en el eslabón perdido en muchas lesiones lumbares crónicas.
Conclusión: escucha a tu psoas
El psoas ilíaco es uno de los músculos más importantes y, al mismo tiempo, más ignorados del cuerpo. Su disfunción puede tener un impacto profundo en tu postura, tu movilidad y tu calidad de vida.
¿Qué puedes hacer?
- Evita pasar muchas horas sentada sin moverte.
- Incorpora estiramientos y ejercicios de movilidad de cadera en tu rutina diaria.
- Cuida tu ergonomía en el trabajo.
- Consulta a un fisioterapeuta si vives con dolor lumbar recurrente o rigidez pélvica.
Una evaluación personalizada puede ayudarte a identificar si tu psoas está involucrado y, sobre todo, cómo recuperarlo de forma segura. [Descubre aquí por qué es tan importante evaluar antes de entrenar].