El otro día hablaba con mi amigo Carlos, que está preparando el Camino de Santiago. Me comentaba que en una tienda especializada le habían recomendado un nuevo calzado con acolchado extra en el talón, asegurándole que las zapatillas minimalistas ya estaban “pasadas de moda”.
Como fisioterapeuta, no estoy del todo de acuerdo con esa afirmación. Hoy quiero explicarte qué diferencia hay entre ambos tipos de calzado, qué factores influyen en tu elección y cómo evitar lesiones.
Cómo caminamos influye en el calzado que necesitamos
Si observas a una persona que ha caminado descalza toda su vida, verás que no apoya el talón directamente al andar. El contacto suele empezar en la parte externa del pie y después se adapta el resto.
En carrera ocurre algo parecido: caer de golpe con el talón sería doloroso, así que el pie busca amortiguar el impacto apoyando primero la parte anterior o media.
En cambio, quienes hemos crecido usando zapatos convencionales estamos acostumbrados a talonear primero al caminar y correr. Esto cambia por completo la forma en la que nuestro cuerpo distribuye el peso y absorbe las fuerzas del impacto.
Zapatillas minimalistas: ¿para todo el mundo?
Las zapatillas minimalistas buscan imitar la sensación de ir descalzo, favoreciendo el apoyo más natural del pie. Sin embargo:
- Si nunca has caminado descalzo de forma habitual, tu pie y su musculatura no están preparados para este cambio brusco.
- Pasar directamente de un zapato convencional a uno minimalista puede provocar lesiones como fascitis plantar, sobrecargas, tendinopatías…
- El proceso debe ser progresivo, mejorando la rigidez primero y fortaleciendo la musculatura del pie y adaptando poco a poco las distancias y la intensidad.
Una de mis pacientes con fascitis plantar me preguntaba si podía empezar a usar calzado minimalista. Mi consejo fue el mismo: depende de tu historia previa de calzado y requiere un plan de adaptación individualizado si no quieres empeorar.
¿Y qué pasa con el calzado con acolchado?
El acolchado en el talón puede ser beneficioso para quienes:
- Caminan o corren apoyando de entrada el talón.
- No tienen costumbre de andar descalzos.
- Necesitan absorber impacto por problemas articulares o exceso de peso.
- O tienes una lesión de base, como le pasaba a esta paciente con fascitis
Sin embargo, un exceso de amortiguación también puede generar que el pie se vuelva menos activo y estable, reduciendo la fuerza de la musculatura intrínseca.
Entonces… ¿qué calzado es mejor?
No existe una respuesta universal. No se trata de modas, sino de:
- Tu forma de caminar y correr
- El tipo de calzado que has usado durante tu vida.
- Tus objetivos deportivos y/o de salud.
Si llevas toda la vida con calzado convencional, lo recomendable es no cambiar bruscamente a minimalista. Y si decides hacerlo, que sea con la supervisión de un profesional y mediante un proceso progresivo de fortalecimiento del pie.
Conclusión
Más que elegir entre minimalismo o acolchado, la clave está en conocer tu propio cuerpo y tus hábitos. Un fisioterapeuta puede ayudarte a analizar tu forma de caminar y recomendar el calzado más adecuado para prevenir lesiones y disfrutar de tu actividad física con seguridad.